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Las pequeñas batallas

  Este año me tocó preparar el acto por el día de la memoria, la verdad y la justicia en una escuela de Berisso. En la media uno tengo primer año, veinte que aún son niñxs y  empezaron hace un mes la escuela secundaria, aún corren desenfrenados en los recreos y preguntan cómo se debe hacer esto y lo otro.  Me sumaron a un grupo de ws con todas las profes encargadas del acto. Unas alumnas de 6to cantarían “Como la cigarra", otros de 4to harían un discurso a definir, la de tercero dijo que lo iba a hablar con sus estudiantes y nunca más escribió. Y primero cuarta, es decir, nosotros, deberíamos actuar. Debo decir que la liturgia escolar me aburre un poco. Me parece un lugar muy trillado de la historia, casi vulgar y vaciado de contenido, me aburre que las efemérides marquen nuestro calendario, siento una especie de irrupción en la intimidad del aula de los mandatos escolares hegemónicos.  La siguiente clase evalué el nivel de entusiasmo y plegamiento a la idea de la actuación.Sincer

Los amigos de mi hermano

  Los amigos de mi hermano Un puñado de gente atada como un ramito de esos que venden en la puerta, algunos más otros menos, todos los puñados se parecen. Están tristes, masomenos, están de negro masomenos, algunos se comportan irreverentes, otros sublimes pero nadie nadie puede negar su presencia. En el centro del puñadito, un ataúd entierra un nombre. Hace unos días me tocó participar del entierro de un amigo de mi hermano Julián Julián vive en Salta hace más de quince años y guardó como un tesoro su grupo de amigos de la adolescencia. Nunca se dejaron de ver, tienen su grupo de ws activo, mi hermano viaja por congresos y otras excusas sólo para estar unos días con ellos. El Chun, Facu, Lule, el gordo Maretta, y Fede son algunos de los nombres que me aprendí desde chica. Los amigos de mi hermano eran adolescentes que me saludaban casi como si fuera invisible. Y eso que yo no era una nena. Sólo tenía tres años menos que ellos, pero a esa edad tres años es un mundo. Además para mi herm

Sendak y Babar: las emociones y los elefantitos no se domestican

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 "Es una lástima que cuando Babar huyó de la selva hacia París en 1931 no lo hiciera vía Brooklyn. Si me lo hubiera cruzado, habría recibido con los brazos abiertos a este elefantito huérfano y me lo habría comido a besos. Qué pena que no pasara de visita por mi casa; parte de ese espíritu amable y de esos modales tan sensatos se podría haber contagiado a un niño cuya infancia estuvo presidida en gran medida por emociones incontroladas. Así abre Maurice Sendak, el genial prólogo de esta recopilación de las historias de Babar, escritas y dibujadas entre 1931 y 1937 por Jean de Brunhoff.  ¿Conocen a Babar? ¿Han sido cautivadxs por su ternura? Un elefantito con una madre muy buena que un día es asesinada por un malvado cazador. Van dos páginas de su primer libro y ya sabemos que la tragedia nos acompañará todo el camino.  Babar huye y llega a la ciudad dónde una anciana señora le regala ropas elegantes, practica gimnasia con ella cada mañana, aprende matemáticas y todo lo que un elef